Wednesday, April 12, 2017

Ecuador-- Café con Azúcar, Resistencia y Fiesta

Buen día Amig@,

Le escribo de una Comunidad de Jesuitas en Cuenca, Ecuador. Aquí es muy cómodo, muy tranquilo, siento como en casa. Tengo el privilegio de tener un Padre Jesuita como amigo aquí, y arregló una habitación para mi por unos días. Estoy muy agradecida. Aquí hay un pequeño bosque que permite un poco reflexión, un bosquecito lleno de árboles de eucalipto y pasto y florecitas hermosas. Cuando el sol brilla y me siento en la tierra, en el pasto, al lado del laguito, entro en una trance. Allí no siento preocupación por nada, solamente siento el sol calentando lentamente, suavemente, mi piel. Aquí en Cuenca el clima es más fresco, es la Sierra. Me cuesta un poco la altura; estamos a unos 2500 metros, o 8200 pies, sobre el nivel del mar. Un poco más a lo que estoy acostumbrada. ;)  Afuera del centro de la ciudad está hermosa. Casas con terrenitos, todos con lo que parece que es su milpa, o tal vez solamente maíz. Y por supuesto, más montañas verdes, llenas de vida, y alturas dramáticas donde andan libremente las llamas. Ahora mismo escucho a música Colombiana, de una mujer María Cristina Plata... bien tranquila.

Bueno, quiero compartir un poco más de como ha sido el viaje. Este ha sido mi segunda vez en el país de Ecuador, y me he quedado bastante impresionada por toda la diversidad de climas, paisajes, culturas, y comidas que existe aquí. Empezamos en Quito, y yo pensando que ya conocía Quito, pero conocimos a un nuevo parque (El Metropolitano) en donde caminamos por horas, ni conociendo la mitad, y jugamos en los columpios de niños, divirtiéndonos mucho. Conocimos la ciudad más que nada a pie. Estuvo bonito. Y de allí andamos a Ambato (otra ciudad serrana más al sur) por los últimos días de las fiestas de Carnaval. Tuvimos la oportunidad de ir a un concierto gratuito de salsa, de Gilberto Santa Rosas, y allí disfrutaba ver a los muchachos bailando, gozando de la buena vida, las celebraciones. Ayayay, y la noche siguiente asistimos al gran desfile. Estuvo muy lindo. Tenían representados allí varios países en vestimento tradicional y no tan tradicional (mucho brillo, muchos colores), bailando y ¨reinas¨ paradas sobre los carros decorados con puro fruto y flores (este es la tradición de Ambato, que allí producen y exportan muchas flores y frutos [como los de Oregon]). Música, gente, energía. Y después nos divertimos al ver los niños jugar con las karaokas de espuma, y Kris me dice, ¨Vamos a comprar uno´. Yo, tímida, ¨que no...¨ pero lo hizo, y entramos en el juego con todos los niños, jóvenes, adultos; toditos jugamos. Corrimos por el muchedumbre, toda la gente, esprayando espuma en cualquiera persona, y ellos riéndose, y nosotras también. Estuvo genial. Sentía muy conectada a la fiesta, muy ´parte de´.

De allí Kris fue a hacer una caminata bastante difícil pero hermosa (según sus comentarios) por las montañas y terrenos de esa parte de la Sierra, y yo bajé a visitar a mis seres queridos en Santo Domingo. Las dos lo pasamos bien, y nos vimos en Quito para ir ya a la finca de café en el Valle de Intag.

Es un tipo de paraíso allí. La Señora tiene su casa con todos los comodidades, pero también ha construida una cabaña al aire libre con una cama con red de mosquito y hamacas, perfecto para dormir al lado del río poderoso que corre por el pueblo. Perfecto para descansar, practicar guitarra, y cantar que con el ruido de ese río nadie te escuche (pienso). Tiene sembrado bastante café, plátano, guineo, y yuca, así que siempre hay esos esenciales para comer. Ui, la comida. Ella nos preparaba diario desayuno de frutas tropicales con granola y yogur... super rico. Nos sentamos a la mesa por lo menos 4 veces al día, entre los descansos para tomar té o café y las comidas que nos invitaba. Una locura. Cocina como una abuelita-- hace pasteles y tortas, lemon merengue pie... es muy linda.

Conocerle fue muy interesante. Es pesada (en sentido de guerrera, fuerte mujer) esta mujer. Es grande ya, pero maneja todo allí en su terreno. Es de Canadá, y tiene 8 años viviendo en Ecuador. Aprendió a su edad el español para comunicar con la gente de esa comunidad, así como vive en un pueblo, en el campo bastante remoto. Tiene buenas relaciones con la gente; ayudó a construir un colegio allí para adultos, y también aporta a la gente en varios otros aspectos. Cría chanchos y enseña a la gente como cuidarlos, les da la oportunidad de criarlos, casi regala las frutas que se da en su terreno a la gente a que las venda. Personas pasan por su casa todo el día, todos los días, ella, contenta, las recibe. Tiene este proyecto por una fundación en los EEUU, y produce, más que nada, el café orgánico.

Pasamos dos semanas en su finca. Todos los días nos levantamos a darles de comer a los chanchos y limpiar sus habitaciones.  En las tardes nos tocaba hacerlo otra vez. Me encantó este ritual. Fue bonito servir a los animales así. Igual, sentí mal por como viven, con piso y paredes de concreto, y un techo, aislados de todo naturaleza, sin contacto con otra cosa viva aparte de nosotros cuando les visitamos dos veces al día. Es conveniente, funciona para criarlos, pero no es bonito. Alguien dijo recién: Lo que no es natural, no es natural. Ay, y lo peor-- que el momento en que les toca morir, es la primera vez que van a ver pasto, ver el cielo bien, tocar tierra con sus pies. Entran por algunos benditos momentos al cielo antes de ser matados. Y aparte están asustados porque alguien los esté sacando de su ambiente costumbre, y probablemente ni pueden apreciar la belleza que les rodee. Difícil. Y eso ni es hablar de los caballos o los perros. Ay.

Bueno, siguiendo, estuvo una muy buena experiencia allí en la finca. Conocimos a unos de los vecinos, muy amables, a unas niñas que les gusta bailar y reír, y a una persona que trabaja allí en la finca. Aprendí mucho de él. Creció en un pueblo aún más alejado de este pueblo, de forma que no conocía autos, ni electricidad, ni música grabada, ni comidas aparte de yuca, papa, fréjol, y maíz casi hasta que tenía 15 años. A ese edad su familia se fue a otro pueblo o él salió o el pueblo recibió acceso a la carretera... algo así. Y tiene como 12 hermanos, todos de la misma mamá. Y ahora trabaja toda la semana y muchas veces en el fin de semana en la caña de azúcar y con la Sra. en el café para apoyar a sus hijos y la mamá de ellos. Realidades tan distintas.

Lo que compartimos: el amor para el baile. A él le ENCANTA el Salsa Choke. Casi todas las tardes pondría su música y bailaría. Me enseñó unos pasos, estuvo chévere. Por lo que entiendo, es como la salsa pero fusionado con hip-hop y freestyle. Entonces bailo salsa y también me pongo a brincar o no sé que... bien divertido. Nos llevó a donde su amigo, y nos pusimos a bailar todos-- bachata, salsa, merengue, bomba (tipo cumbia de Ecuador), cumbias, salsa choke y free-style. Por horas. Una fiestita en el campo. 6 personas, un poco de trago, pura vida. Y luego le enseñé un poco de bachata, y lo agarró bien. Dar y recibir, ¿no?

Estoy muy agradecida por esa amistad que se hizo en pocos días. Ah! ¡Y nos llevó a conocer su trabajo en la caña! Después de tomar un bus (él lo camina) y subir una montaña, sudando, sin aire, por.. que? una hora casi? llegamos a la plantación, y nos presentó a sus compañeros del trabajo y nos dio un tour del lugar. Nos enseñó como se cosecha la caña con machete, como lo llevan en burro, como vuelven a sembrar la parte de arriba de la misma planta porque crece otra vez, se revive. De allí, a donde exprimen el jugo de la caña con una maquina parecida a un wood chipper, como lo hierven hasta que esté como un liquido espeso que echan a moldes y después se saca y embolsa. Hecho. Y estando allí, huele riquísimo, porque imagínate, están haciendo panela, calientita... uyy que rico. Chupamos el jugo de la caña, probamos el liquido caliente, y al final hirvieron los maduros en el mero jugo de la caña. Ayayay. Mucho azúcar. Kris en la tarde se cayó en siesta por tanto consumo de azúcar (sugar crash). Pero estuvo bacán conocer ese proceso, y aun más-- allí con nuestro amigo.

También en la finca, claro, trabajamos con el café, entonces igual conocimos el proceso de cosechar y procesar el grano. Es bastante trabajo a mano, todo por una bebida con esa aroma agradable, esa cafeína que nos anima, nos de energía, nos hace adictos.

En días de calor (y de frío a veces), bajamos al río a bañarnos. Que rico bañarse en un ser vivo con energía tan poderoso. También hay piscinas de agua mineral de un volcán cerca donde solíamos visitar... a 25 minutos caminando, 5-10 minutos si tuvimos el suerte de un aventón de un amigo de Fabian. Es que solo hay una carretera en ese pueblo, entonces si te ven caminando y tienen espacio, usualmente ofrecen llevarte. Aparte todos se conocen. Uy, y el agua en la piscina más caliente está bastante caliente... riquísimo para quemar todos los piquetes de mosquito (sufría mucho comezón).

Sí. Estoy muy agradecida por la oportunidad de conocer esa comunidad. Había momentos difíciles para las dos (Kris igual que yo), pero momentos tan lindos y un entender que ganamos de conocer el lugar y escuchar sus historias que pesa más que cualquier duda o problema.

Ah, y la parte social/climático. Minería, compañía extranjera, gobierno débil, corrupto, no para la gente. El pueblo se levanta. La compañía en buena onda hace un estudio de los efectos que habría con el proyecto-- significantes. Se van. Nueva compañía viene. El gobierno les invita. El pueblo se levanta. La compañía contratando a gente del pueblo para luchar contra sus vecinos. Gente aceptan la oferta porque necesitan dinero. Otros no aceptan por proteger sus recursos naturales de agua, por proteger su tierra. División. Unión. El pueblo se levanta. Convencen al gobierno. Parece que han ganado. Al final la compañía cambia su nombre, el gobierno vende el derecho de hacer minería a esa ´nueva´compañía, Contrata a gente. Les compra. La minería sigue. Contamina. Disrupta ritmos naturales. Aun los que resistía al principio van a trabajar por la mina por la tentación del dinero. El pueblo sigue luchando, pretenden educar, informar a la gente. Que loco.

Allí lo voy a dejar. Perdón que el último párrafo fue sin fluidez, me cansé. Todavía falta mucho por compartir-- desde que salimos de la finca en el Valle de Intag, hemos conocido a más gente linda, y la costa (HERMOSA). Kris ya está en Perú, mañana voy a bajar también.


ReEnCuEnTrOs Y CoMiDa MeXiCaNa =D

 ¡Saludos! 

 Quiero compartir una nota de la experiencia que viví al visitar un buen amigo en su pueblo de origen. Conocí a Salvio y su esposa Victoria en Skagit Valley, WA, hace 5 años cuando fui un intern con Tierra Nueva. Salvio, como muchos de su pueblo, salió muy joven de su casa, buscando trabajo y otra vida en los EEUU. Su pueblo sufría pobreza-- no había como progresar, como apoyar a una familia, entonces fue a California y trabajó en el campo, en las cosechas. Se casó con su esposa, también de Noltepec, y se vinieron los dos a vivir en los EEUU. Los dos trabajaban en el campo, en California, Oregon, y Washington, criando sus dos hijos, hasta encontrarse con Tierra Nueva. Allí consiguieron trabajo en el Centro de Apoyo Familiar y en acompañar a otros migrantes a citas, etc., a traducir de su lengua natal (el mixteco) al español/inglés, y más. 

 Bueno. Estos datos ya sabía por la amistad con Salvio. Lo que no sabía era que muchos de su pueblo habían hecho lo mismo. Fue aparente cuando caminamos por su pueblo y nos enseñaba casas abandonadas, contando historias de tal primo, tal fulano, que dejó su casa y está en los EEUU trabajando. Aún más evidente cuando conocimos a sus compañeros en el pueblo y nos hablan en inglés o nos cuentan que antes vivían en Hillsboro, Beaverton, Forest Grove, North Plains. También conversamos con el papá de Salvio, y nos contó que él fue a los EEUU varios veces a trabajar como brasero durante esa epoca. Increíble. Y nos contaron que ese pueblo fue construido, la carretera hecha, solo por el dinero que fue (y sigue siendo) mandado por familiares en los EEUU. 

 Ese es la parte socio-economico. Tal vez no muy bien escrito, pero creo que entenderás con que quiero decir. 

 Y para explicar la situación de Salvio: ahora se encuentra en su pueblo otra vez porque fue llamado a hacer su servicio al pueblo. Entonces está allí por un año sirviendo. Su familia se quedó en WA. Los extraña mucho. No es fácil regresar a su pueblo, cuando uno se acostumbra a la vida en los EEUU, y no por los lujos que uno no tenga sino por la comunidad-- que salió de adolescente de su pueblo y solamente a regresado a visitar durante estos 35 años, y claro, ha cambiado mucho como persona y la gente allí esperando a que sea igual. Y no es, ni va a ser. Pero cumplirá su servicio igual. 

 También les comparto que es hermoso el pueblo. En la montaña (pero no muy alta), con mucha naturaleza, calles de tierra (y unas de piedra o cemento), gallinas, guajolotes, vacas, burros en las casas. Calientita en el día con el sol, frío en las noches pero un cielo llena de estrellas y aire tan fresco y puro que te sientes bastante nutrida solamente con respirar. Ah, y la gente TAN AMABLE, y sinceramente amable. Caminamos a cualquier lugar con Salvio y él va saludando a todos, la mayoría por nombre, en mixteco y español, diciéndoles que tiene unas amigas de visita, y nosotras allí sonriendo, y las personas sonriendo, diciendo ¨bienvenidos¨ o algo a ese efecto. Nunca sentí nada de insinceridad, nada de mala onda, nada nada. Y conocimos a sus papás de Salvio-- su mamá habla y entiende mixteco, entonces aprendimos decir ¨gracias¨ porque siempre nos daba de comer. Ay, Dios. Sus tortillas. Gigantes y de harina de trigo... que fueron las tortillas más ricas que comimos. Mm. Bueno, Muy linda su mamá, Y su papá también amable, comía con nosotras, hablaba con nosotras. Y nos llevó donde su cuñada, que es muy divertida, muy linda, y conversaba con nosotras por horas de su vida y todo lo demás. Un día nos invitó a desayunar, y fue increíble, tan rico, tan fresco. Nos preparó atole de maíz, y un plato de frijoles, huevos, aguacate, jitomate, lechuga y cilantro, y tortillas gigantes de maíz. Todito salió de su huerto, de sus propios cultivos. Nos pidió una disculpa diciendo, ¨No sé si sea a su agrada, así comemos en el campo¨. Y nosotras, ¨Es la mejor comida que hemos comido, no inventes¨. 

 Bueno. Le cuento que lo pasamos de maravilla visitando a Salvio, y fue una despedida menos triste que los demás, porque sé que le voy a ver pronto en WA.

 También debo de agregar, que en los últimos días en México, intentamos hacer realidad varios sueños. 1: tomar jugos (otra vez). 2: comer tlacoyos o esquites o cualquiera de las delicias de la calle mexicana. 3: comer churros. Son metas serias. Entonces los jugos, facilito encontramos si recuerdo bien. El tlacoyo sueño realizó, pero en forma de un huarache. Los churros, dejame contarte. 

 Mira, en muchos lugares en México, por la ciudad, venden churros. Pero solamente hay UN PUESTO que los hace bien (o mejor dicho, a mi gusto). Los que encuentras en cualquier lado no suelen ser frescos, y son de ese tipo flaquito sin relleno, o con relleno pero solamente de chocolate o cajeta o fresa, y como dije, flaquitos. Luego te cuento como son los del Churrazo. 

 La Jornada: 
Al ver toda la gente en el metro que ibamos a tomar, y al querer ser buena compañera para Kris y no forzarle a ir en la busqueda loca de churros, le dije que podríamos pasar los churros, que no más nos quedamos en el centro, por donde está el hostal y todo, y buscamos la última cena en México y disfrutamos la noche. Kris me dijo, ¨Hemos llegado hasta aquí. No vamos a ir sin buscar tu churro.¨ Jaja. Entonces nos metimos al metro con la mitad de la población de la Ciudad de México, por qué sé yo, 40 minutos,  y después encontramos al bus que nos llevaría a la calle bendita del ChurroMan, la misma calle donde vivía hace más de un año por varios meses. Mucha gente otra vez en el bus, pero ibamos tranquilas, con hambre, con todas las esperanzas a encontrar nuestra delicia. El churro que conocía bien, que me llevaba al cielo por su sabor dulce y a canela, a chocolate y el relleno de coco o mermelada de fresa, por el ritual sagrado que es, la celebración que es ver al ChurroMan prepararlo a mi gusto y regalarmelo, caliente y crujiente, y suave, y de disfrutarlo con mi querida amiga, que enseñarle lo más rico que he experimentado en México. ... Sí. Bueno. 

 Entonces viendo por la ventana, vi que llegamos a la calle, y Kris y yo bajamos. ¨Segura que es aquí?¨ me dice. Yo que sí, que conocía bien esta calle. Solamente había que encontrar el puesto. Llegamos a donde antes estaba. No estaba. Sin perder la fé, seguimos, viendo todos los locales, a ver a donde habrá mudado. Llegamos a una pastelería y preguntamos del puesto. Nos dirigió más abajo, que haya cambiado de lugar. Nosotras, animadas, bajamos al puesto, allí estaba! Habíamos llegado! No estaba el ChurroMan que conozco, pero había otros. Preguntamos por los churros y nos dicen, ¨Es que la maquina se descompuso hoy. No hay churros aquí, ni en ningún lado¨. 

...

¨¿Desean otra cosa?¨.  ...  No. 
¨Que pasen mañana, seguro estará arreglado¨.  -Hoy es nuestro último día en México. 

 Kris me mira. Yo, ¨No lo puedo creer¨. 

 Al final, salimos riendonos de la situacion, y aun más cuando subimos a la casa de mis seres queridos allí, Lety y Toño, Yared y Pedro, y Samy. Nos dijeron, ¨Viniste hasta acá solamente por un churro?¨ Y se ponen a reir en esta manera que me encanta. Les tengo mucho cariño. Lety nos invita la cena, ¨ya que no comieron churros, por lo menos van a cenar¨, y mientras, Yared llamando a los puestos de churros a ver si alguno queda abierto. Bueno, una anecdota pequeña, para reír más que nada, pero les comparto que lo pasamos genial en la casa de Lety y Toño, compartiendo de lo que vivimos en Oaxaca, de todo lo bello que experimentamos y conocimos, y el cariño dulce de Lety, mi otra mamá, mi amiga. Ay, y nos dio de comer su mole verde, bien rica, con tortillas de maíz (que me encantan). Y un jugo de limón con chia... :) ¡Que linda la Señora Lety! Y estuve muy contenta también que Kris y Lety se pudieron conocer. Dos personas que aprecio mucho. 

 Jaja, y el siguiente día, en la mañana, Kris me dice, ¨Tienes que venir a conocer una panadería que encontré¨. Ok, Kris. Entramos la panadería, huele riquísima (obvio). Kris agarra la bandeja y las pinzas, y yo observo las opciones. Hago un comentario de uno que se ve rico y de una, Kris lo coje y lo pone en la bandeja. Me pongo a reír, que no hay que agarrar todos los que se ven ricos. Kris sonrie y sigue. Nos divertimos mucho en la panadería, cogiendo demasiado pan, llenando la bandeja. Yo, Kris, es mucho! Ella, tranquila, todo bien. Tenemos un viaje largo, hay que alimentarnos. Bueno. Salimos con un paquete, maravilladas al precio-- muy barato por tanto pan. Fingiendo que vamos a una fiesta, a un reunión familiar con todos estes postres, pero de verdad sabíamos que los ibamos a comer toditos nosotras. Y ya de regreso al hostal a agarrar las maletas y salir para el aeropuerto, pasamos una Nutrisa. Venden helado de yogur, y es mi favorito en México. Kris, -Vamos por uno. Yo -No, no tenemos que, tenemos todo este pan!. Ella- No conseguiste tu churro. Por lo menos vas a conseguir tu Nutrisa. Yo- Ok. Me encanta que me consienta. :) Ya. Compramos. Estuvo riquísimo, por supuesto. 

 Jaja, Ya! Se acabó la entrada de pura comida!  Es que México es el  Santísimo Cielo  para la comida. Nadie lo puede negar. En todo el viaje todos los viajeros con quienes nos encontramos están de acuerdo-- México tiene la mejor sazón, tantas delicias riquísimas, el chile, uy. [Take me back?] ;) 



Y agrego que tuve la oportunidad de visitar por unos dulces momentos a mis amiguis en Compassion en DF. Fue muy lindo volverles a ver. Todos se acordaron de mi, me recordaron de las aventuras y diversiones que solíamos hacer en la oficina cuando estuve de voluntaria allí hace más de un año. Fue breve, pero valió la pena. También tuve chance de reunirme con un amigo que había conocido en la playa en Oaxaca... que suerte! Kris también tuvo un reencuentro con un amigo de Rancho Akna, el primer rancho que conocimos en Oaxaca, pero en Peru! Que linda la vida, y coincidental. ;) *inventando palabras* #chalenzaje

¡Gracias por leer!

******************  In ENGLISH now!   ****************************************

Greetings!

I want to share a note about our visit with a good friend in his town of origin. I met Salvio and his wife, Victoria, in Skagit Valley, WA, 5 years ago while interning with Tierra Nueva. Salvio, like many from his town, left his house very young to go to the US in search of work. His town suffered great poverty—there wasn’t a way to make a decent income or move forward, raise a family. So he went to California to work in the harvests. He returned to his town and married his wife, and then they both came back and worked in California, Oregon, and Washington in the fields, all the while raising their two children. They later found Tierra Nueva, and started to work in the Family Support Center assisting other immigrants, doing Bible studies in mixteco, their native tongue, etc.
These things I already knew just from knowing Salvio. He had told me before that something like 60% of the population of his town had abandoned it to move to the US, but it wasn’t evident or fathomable until we were walking the streets of that town and he was pointing out all these houses that were abandoned, telling us that this cousin and that friend and so on, are now in the US. It was even more evident when we met his co-workers and other people in the town who 1. Spoke English, and 2. Told us that they had lived in Hillsboro, Beaverton, Forest Grove, and North Plains. Imagine, we’re out, far out, in this tiny town in Oaxaca, and all these people have been to and lived in the same cities I live in. And then Salvio’s father told us that in his day he came to work as a bracero (a migrant farm worker through the Bracero Program, after the Mexican Farm Labor Agreement was signed in 1942) in California various times. They told us that this town, Santa Catarina de Noltepec only progressed/had more infrastructure installed, roads, cars, etc. because of the money that was sent back from locals working in the US. I think a lot of the people that live there are still maintained in part by relatives in the US. The wages are just incomparable. However, it does seem that people get along just fine in so much as food; they raise their milpa, have their gardens, raise their animals. Money is only necessary for… everything else. Clothes, soap, electricity. Anything you can’t make from what nature gives.

Anyway, this is the socio-economic part I suppose. Maybe not very well written, but hopefully you get the idea.

And to explain Salvio’s situation: right now he is in his town again because he was called to serve. He accepted (you kind of have to as a citizen), and so he is there for one year, serving. His family stayed in WA. He misses them terribly. It isn’t easy to return to your town when you accustom to life in the US. Not because the standard of living is lower or comforts are less, but because of the community change. Salvio left his town and this community when he was like 15 years old. He hasn’t lived there for something like 35 years, only visited, and he has changed much as a person. People are expecting him to be the same, and he isn’t, and won’t be. But he will complete his service.

Also I want to share that Noltepec is BEAUTIFUL. It is in the mountains (but not SO high up) and nature is very present and let be. There are dirt roads, as well as stone and cement roads. There are chickens, turkeys, cows, and donkeys at everyone’s house. In the day it is warm in the sun, in the nights it is cold, but the sky is full of stars and the air is so fresh and pure that you feel nourished just breathing. Ah, and the people are so warm, so sincerely kind. We would be walking around town with Salvio, and he would be greeting everyone, many by name, in mixteco or español. If it was a relative he would stop and talk with them for a while, and we could tell that he was telling them about us, his friends, and they would smile, and we would smile. I never felt that anyone was ingenuine or had mal-intentions.

And we met Salvio’s parents; his mother speaks and understands mixteco, so we learned to say thank you and just repeated that whenever she would feed us. Or Salvio would translate things for for us and her. We talked more with his father. He was very kind, answering all of our curiosities. Ah, and the tortillas that his mother made were the best tortillas—giant flour tortillas, hot and soft from the fire.

We also spent a good amount of time at Salvio’s sister-in-law’s house. She is younger and outgoing, very welcoming, and talked with us for hours about her life and anything and everything else. She invited us to have breakfast in her home, so we went and my goodness was it amazing. She made us atole de maíz which is a hot drink made from corn and water, and a plate of frijoles criollos con huevos, avocado, tomato, lettuce, and cilantro. And, of course, giant corn tortillas. Everything came from her garden, everything. And she says to us, I don’t know if you like it, it is what we eat in the countryside. And we’re like, You’re kidding. This is the best food we have eaten. This is the best food that exists. Organic, fresh, grown with love.

Needless to say, we had a great time visiting Salvio. We learned a lot. And the goodbye was so much less sad than the rest because I know that I will see him soon.

Also, I should add, that in the last days in Mexico, we tried to make a few dreams come true. We set our priorities. 1: Drink those fresh fruit juices. 2: Eat tlacoyos or esquites or any of the delicious street foods. And 3: Eat churros. Serious goals.

The juice was easy to find if I remember right. They are ubiquitous. The tlacoyo was eaten, but it took on the form of a huarache. The churros, let me tell you.

Look, in many places in Mexico, in the city, churros are sold. But there is only ONE PLACE that makes them right (or I should say, to my taste). Those that you find anywhere else tend to be stale, or even if they are hot they are these skinny crunchy churros without filling, and if they are filled it is only with chocolate or carmel or strawberry jam, and again, they are skinny. Later I will tell you how churros from El Churrazo are.

The Journey:
Upon seeing all of the people in the metro (light rail) that we were going to take, and upon wanting to be a good friend to Kris and not drag her on the crazy search for churros on our last night in Mexico, I told her that we could pass on the churros. That we could just stay downtown and find some good dinner (we were both pretty hungry) and have a good night. Kris says, ¨We have come this far. We are not going to leave Mexico without searching for your churro¨. I love her. So we got on the crowded, hot metro with half the population of Mexico City, and we rode it and transferred and rode it again, and got off and found the bus that would take us another 40 minutes to the street that I used to live on, where the Holy Churro Man would sell us 2 delicious churros. All the hopes to find these churros. This churro that I knew well, that carries me into the clouds for its taste of sugar and cinnamon, of chocolate and the filling of coconut or strawberry jam, for the sacred ritual that it is, the celebration that is to see the Churro Man prepare it to my liking and give it to me, hot, crunchy, and soft; and to enjoy it with my dear friend who has never tried the most delicious dessert in Mexico…
So we are looking out the window, I see that we have arrived, we get off, and we start to walk up the dark street, searching for that sweetly aromatic, warmly lit stand. We arrived to where it used to be. Nothing. Still hopeful, -he probably just moved- we continued walking. We found a bakery open and hoping not to offend, asked about the churro stand. He told us to keep walking, that he thinks the churros moved down the road a bit. Encouraged again, we kept walking until we saw the sign. There is was. In all its glory. Mr. Churro Man wasn’t there, but some other people were. We asked them for churros, they said the machine broke down this morning and they haven’t been able to make churros all day.


Would you like something else? … No.

Come back tomorrow! It will be fixed. … This is our last night in Mexico.

Kris looks at me. Me, I can’t believe it.

Almost immediately we were lighthearted again, laughing at the situation. Again with our favorite joke: if you don’t have it, don’t advertise it. I asked Kris if we could pass by my friend’s, Lety and Toño’s house, and she agreed. So we go out front and I yell up to the window, Letyyy! I hear her, Voy! (Coming!). She comes down, lets us in, and after greetings to the rest of the family, she asks about the churros. We tell her the sad sad story, and Yared, her daughter, immediately gets on the phone to call the other churro stand to see if they have churros. Toño just laughs hysterically, saying, You really came all this way just for a churro? I love their laughter. Lety says, well, would you like to have dinner? Us, Yes, please! Ah, Lety’s cooking, my favorite. She gave us mole verde with those corn tortillas that we buy down the road, yum, and lemonade with chia… J How lovely she is! I was also very happy that Kris and Lety could meet. Two people that I highly regard.

And the next day, in the morning Kris says, You have to come see this bakery that I found. Me, Ok. We enter the panadería, it smells wonderful (clearly). Kris picks up a tray and tongs and I observe the options. I make a comment about one pastry, That looks good, and she puts it on the tray. I laugh. Kris, we don’t have to get every bread that looks good. She smiles and continues. We walk through the maze of the store, looking at all the tables, picking out too many pastries, filling the tray. We had a really good time. Kris, it is too much! She, totally calm, totally serious. We have a long trip, Jamie, we have to have food. Alright. So we left with this package of bread, amazed at the price—so cheap for so much bread! Walking out pretending like we’re going to a party or a family gathering with all these pastries, but really knowing that we would eat all of them ourselves.

Walking back to the hostel to meet a friend and head for the airport we pass a Nutrisa. Nutrisa is a Fro-yo chain that I would always go to with my friends from Compassion in Mexico City. Let’s go, says Kris. And me, We don’t have to. We have so much bread! Kris: You didn’t get your churro. You are at least going to get your Nutrisa. Me: Ok. Again, I love her. We got it. It was delicious.

Ah! And on that note, I will add that I had the opportunity to visit for a few sweet moments my friends at Compassion! They all remembered me, and reminded me of the crazy things we would do in the office when I was volunteering there. I got to catch up with a few of them, it was really nice. I also got the chance to meet up with a friend that I made at the beach in Oaxaca in those first weeks. Cool stuff! And Kris told me that she just ran into a friend that we made at Rancho Akna, the first farm we stayed at, but in Peru! How beautiful is life, and coincidences.

Done! The post all about food is over! It is just that Mexico is Holy Heaven for food. Nobody can deny it. Throughout our journey all the travelers we meet agree: Mexico has the best food, so many delicious options, the heat of chile, ayayay. [Take me back? ;)]


Thank you for reading!